viernes, 13 de septiembre de 2013

Lady Dora: De la tradición en el discurso a la invención de nuevas formas de poner a gritar al cuerpo

Escrito por:  Andrea Escobar y Luis Fernando Orduz
En: Revista de la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis vol 38 No 1 Junio 2013


La histeria, siempre ha tenido caracteres epidérmicos, queriendo decir con ello que es un trastorno, patología, ó estructura que tiene manifestaciones de superficie. La  hipótesis que queremos desarrollar es que aún hoy en día, sigue siendo una estructura que hace manifestaciones en el soma ¿Hemos dejado de ver funcionamientos histéricos en pro de la emergencia de las patologías narcisistas?  ó ¿simplemente es que la histeria, dada su estructura, hoy aparece ante nuestros ojos sin que la detectemos?, ¿La encubrimos con las llamadas nuevas patologías? 

A causa de los mecanismos que la constituyen: imitación, sugestión, identificación; el síntoma histérico hoy en día se enmascara en nuevas formas de expresión  en la superficie visible del cuerpo.Insistimos, tal vez existe sin que la observemos.

Para Charcot la histeria existió como espectáculo visible, pero a la  que no se la podía oír: el cuerpo de ellas era presentado en un auditorio, a la mejor manera del teatro, ante un público que se mostraba expectante ante la aparición del síntoma en el cuerpo. Sorpresa para los ojos, impacto para la mirada, expresiones de exclamación por parte del auditorio. La histeria ha construido siempre escenarios de visibilidad, la hemos visto y nos hemos conmocionado con ella. Pero su espectáculo visual ha ocultado sus palabras. A la manera de Freud, ¿Deberíamos develar el espectáculo que produce hoy en día?

Si Dora llegara a nuestro consultorio:¿cómo nos hablaría de su padecer? Probablemente no hablaría a través de la dolencia de un cuerpo que se paraliza ó pierde movilidad; hoy en día la anestesia y la paralización motora han dejado de ser las formas de expresión del cuerpo en la cultura moderna. Más bien todo lo contrario: hoy el cuerpo es hiper-estimulado e hiper-motorizado; la vida moderna se ha convertido en un estimulador permanente de nuestros sentidos y en una fuerza propulsora en oposición a la quietud. Somos sensibles e hiper-kinéticos, estresados y  en acción permanente. Ya no es el cuerpo inmóvil de la observación; Se trata ahora del cuerpo que actúa, que se muestra, que se evidencia ya no en la pasividad del ser mirado, sino en la actividad para ser mirado.

Las primeras teorías de Freud sobre la histeria se ocupaban de formular explicaciones económicas: una energía que sobrecarga al sistema y que no puede encontrar una forma de derivar psíquica, y por lo tanto busca caminos a través del soma. Un obstáculo que impide que la energía potencial se realice y por lo tanto se actúa de manera somática. El cuerpo histérico se paralizaba ó anestesiaba, fruto de una sexualidad ó una energía que se detonaba y quedaba contenida sin otra posibilidad de emerger. Parálisis y anestesias, seguramente hablaban de eso que les acontecía, de la energía que se paralizaba y dejaba potencialmente una sensación que al no poder ser acto, dejaba la marca de la insensibilidad.


Intentando conservar la tradición explicativa de Freud, ¿Qué podemos decir de la histérica de hoy bajo el presupuesto de la hiper-kinésis y la hiper-estimulación? Una energía que no se paraliza y que  encuentra múltiples caminos para expresarse. Si el cuerpo es una expresión de ello, podría pensarse entonces que el cuerpo histérico de hoy se agita, se sobre-excita en espacios de visibilidad permanente, en una versión moderna de esos teatros de Charcot de los que hablamos.

Para acceder al artículo completo: http://www.socolpsi.org/lectores.html

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