jueves, 16 de mayo de 2013

Violencia Social: una perspectiva psicoanalítica (Clara Maya, 2005)






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Freud nace en mayo de 1856 en Freiberg, Moravia, región que perteneció hasta 1914  al Imperio Austro-Húngaro . Su vida trascurrió  en medio  de los procesos sociales que dieron lugar a  la  segunda guerra mundial. El psicoanálisis se gesta en un contexto social de crisis, de violencia, de guerra, de hombres conflictualizados, de hombres sufrientes. Freud vivió en “carne propia” los rigores y horrores de la guerra, vivió el miedo, el dolor y la tristeza por la pérdida de sus seres queridos. Conoció  la pobreza, la soledad y, finalmente, el exilio. Poco antes de llegar las fuerzas nazis a Viena, él logra en compañía de sus hijos, huir de su patria y exilarse en Inglaterra, para morir un año después en 1939.

Estas experiencias sociales sensibilizaron de manera excepcional al Padre del Psicoanálisis, y lo condujeron a centrar su atención en aspectos del ser humano que en ese  momento ocupaban un segundo lugar. Se preocupó entonces, por el mundo interno del hombre, por los motivos que subyacen a las pasiones humanas de amor y de odio, por las  vivencias y sentimientos y fundamentalmente por los procesos inconscientes que motivan y determinan el funcionamiento humano.

En uno de los muchos diálogos que Freud sostenía con pensadores de su época, le  responde a Einstein un interrogante que éste le planteó sobre  cuáles creía él  eran las razones de la guerra. En 1933 Freud le brinda su respuesta en un artículo denominado “El porqué de la guerra”. En él señala como un aspecto incuestionable en el desarrollo de la Violencia Social, la necesidad de unos grupos humanos para dominar y subyugar a otros. Al respecto comenta: “Los conflictos de intereses y de opinión se dirimen por la fuerza… una parte de cuerpo social obliga a otro a abandonar sus pretensiones o su oposición. El objetivo alcanza su máxima expresión cuando  la fuerza del enemigo queda definitivamente eliminada, es decir cuando lo mata” En esta respuesta Freud, aunque no desconoce el peso que tienen las relaciones políticas de los hombres en el desarrollo de la violencia social, en su explicación causal, inclina la balanza a favor de las motivaciones internas inconscientes y constitucionales de los hombres, derivadas del instinto de muerte.

Esta posición freudiana ha suscitado polémica entre los partidarios que  afirman que son las pulsiones humanas las que explican el comportamiento humano y aquellos quienes piensan que es la cultura la que determina el funcionar del hombre. Hoy en día, es claro para todos que el hombre no actúa ciegamente de acuerdo al mandato instintivo. Por el contrario, se acepta que el funcionamiento humano se modifica de acuerdo con las necesidades y requerimientos del contexto socio-cultural.  

Entre los procesos psíquicos  fundamentales para la construcción de las subjetividades que se ven interferidos por la presencia de situaciones de  la violencia  crónica, es decir, aquella acaecida durante varias décadas en las comunidades, vamos a señalar tres:

1. Fallas en la función de sostenimiento emocional (holding) y de contención que el
   Estado debe brindarle al individuo y a la comunidad.
2. Alteración en los procesos identificatorios  con los objetos del mundo externo.
3.  Alteración en la instauración de la Ley

ARTICULO COMPLETO: Revista Sociedad Colombiana de Psicoanálisis. Número de Violencia y Terrorismo. Vol.30 No.4 - 2005

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