Escrito por: Juan Rafael Padilla
En: De matones y matoneados (2006)
Cuando me doy la tarea de escribir sobre el tratamiento empiezo por cuestionar la palabra misma a la que pretendo referirme. "Tratamiento" implica la idea de una cura, de una solución, lo que parece competer más a la medicina o a la psicología. Entiendo psicoanálisis como una disciplina cuya epistemología y forma de operar son únicas. Antes que cualquier otra cosa, el psicoanálisis es una oportunidad privilegiada para conocernos, para acercarnos a aquel incognosible que llamamos nuestra verdad. El psicoanálisis nos permite conocer los personajes, las partes, los retazos que nos componen y que sin saberlo rigen nuestra vida. Al acompañarnos en el conocimiento de nuestro interior, el psicoanálisis nos hace más veraces, más dueños de nosotros mismos, de nuestra historia, mnuestro pasado y nuestras posibilidades futuras. Por todo ello, debo aclarar que hablar en forma generalizada del psicoanálisis resulta simplista y superficial. Lo he hecho, así como el referirme, a entes absolutos -matón y matoneado- y no a personas particulares, en aras de la exposición. Estoy seguro de que el lector comprenderá lo necesario de tales posturas.
Para hablar de tratamiento es necesario que consideremos a los miembros de la pareja matón-matoneado por separado. Luego nos haremos cargo del medio, tomando como paradigma el colegio.
El matón
Como hemos visto, el matón es un ser que carece en mayor o menos grado de la capacidad de pensar sus propios estados emocionales y los de los demás. Tal incapacidad lo lleva a negar y proyectar aspectos de si mismo que considera indeseables. Estos aspectos son: La necesidad de recibir un trato empático y amoroso, de ser aliviado en momentos de angustia y temor. Para despojarse de estas partes busca y encuentra en el afuera un depositario perfecto: su víctima; un ser carente de un apoyo -apego- seguro, lo que le hace parecer débil y ser una presa ideal para el depredador.
El principal problema que ofrece el tratamiento de un matón es que rara vez consulta, porque ha encontrado una especie de equilibrio en que niega su dolor trasladándolo a otro. No tiene intención ni necesidad de pedir ayuda, lo que considera signo de debilidad. Generalmente, el matón cree tener respuesta para todo y dejar fuera de su vida todo aquello que perturba su creencia en su omnipotencia. Si consulta será necesario entender esta omnisciencia y omnipotencia como defensas al dolor psíquico que esconde por no haber sido acogido amorosamente, no haber encontrado respuesta a sus necesidades, angustias y temores o haber sido tratado violentamente y con desprecio.
Con el matón es necesario encontrar representaciones verbales para su sentir reprimido. El lograr integrar sus vivencias en el orden de lo simbólico disminuirá su necesidad de atacar a figuras del exterior para lidiar con su problemática interna. (...)
El matoneado
Es mucho más frecuente que una persona que haya sido mateoneada busque ayuda, aunque generalmente lo hace por motivos diferentes. Entre las posibles consecuencias psicológicas de ser víctima del matoneo mencionaremos tres: Disminución y resentimiento, ira narcicista e internalización del matón. (...)
Cualquiera sea el caso (de los ya mencionados), el matoneado requiere establecer una relación que le permita fortalecer su objeto interno bueno, disminuyendo la virulencia y dependencia de su objeto interno malo. La vivencia de un objeto confiable, bueno, empático le permitirá fortalecer su self, lo cual va de la mano del restablecimiento del orden verbal -simbólico-. En este proceso hay mucho por recordar, reparar y en últimas perdonar.
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