Escrito por: Camilo Jácome
Es conveniente pensar que la relación
Educador - Alumno no se da por azar. Se presenta en una situación
particular y dentro de unas circunstancias y parámetros
que condicionan el logro o fracaso del objetivo de ese vínculo.
La situación en la
cual se hace posible la relación que nos
ocupa, se enmarca dentro de ciertos limites que, como la misma palabra lo
indica, señala tanto
la separación entre las
partes implicadas, como la manera y el
punto de lo permitido o no dentro de la relación.
Es precisamente la existencia de esos límites
los que posibilitan que el proceso educativo se dé
y los que determinan en lo fundamental, el sentido de la relación
y del ingreso en la cultura del alumno. Hay que recordar que los límites
de esta situación son
responsabilidad del educador y se parte
de la premisa de que el alumno va a probarlos tratando de rebasarlos. Por ello
conviene precisar cuales son las características
esenciales de estos límites que
permiten un éxito y la
satisfacción en la
relación Educador
- Alumno.
A partir de
los conceptos de algunos psicoanalistas y
particularmente de los aportes de W.
Bion, acerca de las relaciones Continente-Contenido y “...
del papel de la madre funcionando como un Continente efectivo de las
sensaciones del bebe” (Grimberg,
1975), es posible sugerir cuales son las cualidades primordiales de los límites
que contienen y hacen positivo el vínculo
Educador - Alumno. Estos límites deben
ser fundamentalmente: Firmes, Cálidos y
Organizados.
Estas 3
características son
complementarias y permiten que el alumno crea y adquiera confianza en el
educador, por ello se debe evitar la complicidad entre el educador y el alumno,
pues esta lleva a que el educador pierda la posibilidad de mantener los límites
y por lo tanto se desdibuje la esencia de la relación
Educador - Alumno.
• Ser firmes no significa ser autoritario ni hacer daño,
significa constancia, solidez y estabilidad. Las decisiones pedagógicas
más difíciles requieren de mucha firmeza, para que
se lleven a cabo. La firmeza del educador genera confianza, seguridad y
consistencia.
• Ser cálidos
significa trasmitir
afecto, cariño y
comunicar preocupación e interés;
implica no maltrato.
• Ser organizados
significa darle coherencia y claridad a lo que se hace. Hay que evitar en lo posible las confusiones
y lograr acuerdos y normas razonables, producto de juicios de realidad
aceptados por las partes y no de juicios de valor, donde uno le impone su
criterio al otro.
La
existencia práctica de un
determinado tipo de límites en la
relación, depende
de las particularidades de personalidad del educador que repercutirán
a su vez, en la estructuración de la
personalidad del alumno en formación. Educar es
un ejercicio de dar y recibir mutuo, donde el garante de los límites
es el educador, no para establecerlos voluntariosamente, sino marcados por su
necesidad en aras de su funcionalidad para lograr lo que se quiere. Esto
de por sí le da
significado a la labor cotidiana de transmitir, inventarse y construir el
sentido de la vida misma.
Próximamente: Taller grupal de Límites en la educación de niños y adolescentes.
Organizado por: Centro de Atención de Psicoanalítica http://socolpsi.org/cap.html
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