Escrito por: Simon Brainsky
En: Revista
de la Sociedad vol. 36 no.2 de diciembre de 2011
Opino que hay varios aspectos a tener en cuenta en una educación sexual desde la teoría psicoanalítica:
1. El término de educación sexual es más amplio y no debe tomarse como equivalente de política demográfica.
2. La educación sexual de los niños tiene que ir de acuerdo con las teorías sexuales infantiles y el desarrollo evolutivo.
3. No hay que confundir lo sexual con lo genital, ni lo genital con el coito heterosexual. Lo genital maduro constituye una visión integral del mundo que implica, entre otras cosas, cuidado y respeto por el objeto sexual, así como una responsabilidad personal y un compromiso existencial con el acto. La información y la consejería deberían tender a fomentar una verdadera actitud genital, en el sentido específico empleado.
4. En toda reflexión y en toda acción de las gentes, por humanitaria que sea, existe además del componente erótico-amoroso, un trasfondo destructivo y de muerte, en gran parte inconsciente. A pesar de la urgencia de la problemática que se enfrenta, se precisa cautela. Aceptamos que existe en los niños, una corriente de hostilidad hacia sus padres, pero olvidamos que es una corriente de doble dirección. Lo que a veces comienza como un intento de protección del futuro, puede desembocar en la hipótesis de Skinner (1971) quien plantea que no podemos darnos el lujo de ser libres. De esto se desprende la necesidad de una cuidadosa selección de las personas que se van a convertir en educadores sexuales y de una apreciación
realística de sus motivaciones. Además sería importante que los consejeros y educadores que van a sufrir el constante bombardeo de lo agresivo-sádico ligado a lo sexual, se sometan a psicoterapias más o menos intensivas de forma que puedan –hasta donde sea posible- desbrozar su propia conflictiva de la
del prójimo a quien se disponen a ayudar.
5. El conflicto psíquico no está constituido únicamente por el instinto sexual. En términos estructurales, y sobresimplificando, no concierne solamente al Ello y al Yo, el Superýo interviene también activamente. El superyó, la conciencia moral, no es solamente la incorporación de la letra muerta de los tabúes, es la cristalización de intensas tradiciones filo y ontogenéticas que forman parte integral de la fina balanza que rige la vida psicológica. La alteración de un componente estructural, implica también alteraciones del equilibrio en
los otros grupos de fuerzas.
En este aspecto, se impone una actitud severamente respetuosa frente al bagaje cultural y religioso de un conglomerado humano. Se corre el riesgo de que la búsqueda poco mesurada de un aspecto de la salud mental integral, provoque una retaliación superyóica que se traduzca en culpa persecutoria, que puede expresarse al nivel de un individuo ó a nivel de pueblos enteros.
PARA ACCEDER AL ARTÍCULO COMPLETO: http://socolpsi.org/ejemplares.html
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