Desde pequeño fui escuchando en la vida las típicas preguntas de un adulto a un niño: "que quería ser cuando grande, que a quien quería mas, que comida me gustaba mas"...y siempre me ponían a elegir. Los interrogantes nunca cesaron, porque parece que en la vida adulta las preguntas infantiles perviven, enmascaradas bajo nuevas formas, pero en últimas lo mismo: que carrera quieres escoger, a quien amas más ( o él o yo/ o ella o yo, pa que suene a balada ). Ah lío si uno quiere optar por las dos alternativas que se ponen en confrontación."No te podés quedar con el pan y con el queso"..."uno no puede ser ambicioso"..."elegí"...
No puedo dejar de comentarles la sensación de placer (si...el vilipendiando y minusvalorado principio de placer frente al magnificado principio de realidad) que sentí la primera vez que cayó en mis manos un texto de Freud, específicamente ese texto que se llama Lo Inconsciente….Siempre me ha llamado la atención esa traducción de LO y no de EL (No se Alemán, así que me gustaría algún comentario que me ayude a entender eso) y entre los muchos descubrimientos gratos que me proveyó esa lectura, estuvo ese principio que rige la organización de lo inconsciente, mejor dicho la ausencia de ese principio de contradicción.
El segundo texto de Freud que leí fue Los instintos y sus destinos y allí también encontré una versión de lo mismo en la noción de transformación en lo contrario y en la noción de las polaridades del amor. De pronto esa lectura me fue mostrando que el contrario del amor no necesariamente era el odio, sino que se podía pensar en otro contrario, la indiferencia. O, si se pensaba de otra forma, lo contrario de amar es ser amado. Como si estuviera leyéndome el Banquete de Platón y encontrara mil y una caras de Eros. No solo una forma del amor.
Freud me fue mostrando poco a poco que el universo de las decisiones racionales no implicaba la eliminación en el universo de las otras posibilidades. Que el universo no era blanco o negro, y que podría ser el uno y el otro y los diversos matices que se dan entre ambos polos.
Tras el diván o fuera de él, escuchando hablar de las tragedias que se esconden tras raspar la superficie de cualquier entorno familiar, siempre llego a una frase típica: Pero es que con ese “Edipo que se gasta” refiriéndose a cualquier forma amorosa que se manifiesta entre padres e hijos.
Y yo me pregunto, y quien dijo que el complejo de Edipo se reduce tan solo al amor hacia el padre del sexo opuesto? Y las hostilidades, rivalidades, identificaciones, amores hacia el padre del mismo sexo….Complejo…a eso apunta el pensar psicoanalítico, no a simplificar en un solo elemento.
Un pensamiento complejo apunta a deshilvanar los diversos elementos en tensión y entender sus relaciones diversas, no a los reduccionismos simplista que pretenden eliminar lo variable por la existencia de la unicidad.
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