Si alguien me interrogara acerca de la relación entre psicoanálisis y observación de bebés yo tendría necesariamente que establecer un vínculo entre regresión e imaginación. Lo que quiero decir con esta afirmación, es que toda observación de bebés llevada a cabo por un psicoanalista interesado en este campo, integra siempre al psicoanalista tanto como un observador imaginativo, de la misma manera que también lo integra como un observador regresado. Por observador regresado me refiero a que el psicoanalista es una persona que ha experimentado, gracias a su propio análisis, la posibilidad de regresar a momentos y modos de funcionamiento mentales característicos de las primeras etapas de la vida.
En este sentido es para mi importante señalar que la observación de bebés sólo puede estar dentro del dominio del psicoanálisis cuando es realizada por un psicoanalista. Como es sabido, todo psicoanalista ha estado en análisis personal durante varios años y se considera que uno de los aportes que estos análisis extensos otorgan es el de permitirle una regresión vivencial a algunos de los primeros momentos de su vida. De esta manera, cuando el psicoanalista emprende una observación de bebés, cuenta con una experiencia vital que le ha permitido re-vivir y constatar la manera como las experiencias tempranas marcaron su propio psiquismo. Este conocimiento acerca del valor de las primeras experiencias no es por lo tanto exclusivamente ni fundamentalmente teórico, sino que se ha ido constituyendo a partir de la propia experiencia en análisis.
De lo que he expresado anteriormente se deduce que un psicólogo, un etólogo, un pedagogo, un neurólogo y un psicoanalista que observen bebés estarán llevando a cabo un ejercicio totalmente diferente dependiendo no sólo de su bagaje teórico sino también (y de manera considerable) dependiendo de su experiencia profesional y de su manera de abordar y comprender la naturaleza humana.
La regresión a momentos y modos de funcionamiento mentales propios de las primeras etapas de la vida, es una de las herramientas con las que cuenta el psicoanalista al llevar a cabo su labor como observador de bebés. A esta herramienta le añade su experiencia clínica con pacientes niños y adultos a través de la cual ha podido constatar en la práctica, la manera como las experiencias tempranas van consolidando el funcionamiento del psiquismo. Adicionalmente, el psicoanalista estudia también a lo largo de su formación diversas teorías sobre el desarrollo emocional, sexual y afectivo del ser humano, teorías que hacen parte de los recursos con los cuales cuenta en el momento de llevar a cabo la labor de observar bebés.
Cuando realiza esta experiencia, es bastante probable que el psicoanalista lo haga en parte, de la misma manera en la que trabaja con sus pacientes, es decir, guiado por su capacidad para hacer uso de una atención libremente flotante. Gracias a esta atención libremente flotante, el psicoanalista estará en capacidad de no buscar un refugio intelectual ni en los conceptos teóricos, ni en las hipótesis que conoce acerca del desarrollo del infante. Un psicoanalista cuando observa bebés, permitirá también que en esta actividad lo acompañe la incertidumbre que siempre acompaña a los procesos que caracterizan el descubrimiento de los estratos inconscientes de la mente. El psicoanalista observa al bebé, o al menos tendría la capacidad de observar al bebé de la misma manera que escucha a sus pacientes, dejándose guiar por las manifestaciones de lo inconsciente. Lo cierto es que, al intentar transformar en palabras aquello que observó y que sintió durante el tiempo que se dedicó a tratar de comprender qué experimenta un bebé desde sus primeras horas de vida, el psicoanalista hace uso de su imaginación para tratar de convertir en palabras los gestos, sonidos y sensaciones que percibe.
Como psicoanalista debo decir que, a mi manera de ver, si la observación de bebés no está al servicio de la imaginación, una imaginación que, como acabo de señalar, ha sido juiciosamente formada para captar lo inconsciente, se reducen notablemente las posibilidades de dar cuenta (o al menos de intentar dar cuenta) de aquello que ocurre en el psiquismo del bebé. Quizá en ninguna otra labor como en esta de observar bebés, los psicoanalistas estamos de acuerdo con Einstein cuando afirmó que la imaginación es más importante que el conocimiento.
¿Son estas observaciones verdaderas? Creo que esta pregunta es imposible de responder, sin embargo, no por esta condición dejan estas observaciones de tener un valor fundamental para la comprensión del alma humana, pues están guiadas por el deseo de transformar en palabras, aquellos momentos del desarrollo mental en los que se originan algunas de las verdades más importantes de cada ser humano.
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